miércoles, 25 de mayo de 2011

Adaptación Bloque IV:
 Título: "La bandera de la moto"



Érase una vez, una moto llamada Pelayo y otra llamada Adela. Se conocieron en un cruce en medio de la ciudad y con el tiempo se hicieron pareja hasta llegar a casarse. Eran las dos motos más bonitas que existían  en la ciudad. Tuvieron la mejor boda del mundo y con el tiempo decidieron tener descendencia y así fue. Adela se quedó embarazada de una niña llamada Sara, era una niña especial. Todas las motos de la ciudad querían conocer a esa minimoto pues de una pareja tan bonita debía salir la moto más bonita del mundo.
Con el paso del tiempo, Sara fue creciendo y se fue haciendo grande y elegante.
Una mañana de domingo Adela fue al médico porque no le llegaba la gasolina bien al motor y notaba muchas molestias. Pelayo estaba muy preocupado puesto que Sara era  todavía era muy pequeña y su mujer era la mujer más buena del mundo, la mejor madre que ella podía tener y la persona que más la iba a cuidar y a mimar.
El médico ese día no tuvo más remedio que dar una mala noticia a Adela la cual salió muy triste de la consulta. Llegó a su casa un garaje hermoso e inmenso y fue a dar un paseo por todas las carreteras que la rodeaban. En ese trayecto no hizo más que dar vueltas a la cabeza de cómo podría decírselo a su marido pues era un tema muy serio que no tenía solución. Adela iba a morir.
Al llegar esa noche a su casa, Pelayo muy preocupado la preguntó que le había dicho el médico y que medicinas le tocaba tomar para ir a comprárselas y así ponerse buena y seguir con sus vidas. Adela muy triste y con la cabeza baja, suspiro y le dijo: Pelayo, me voy a morir y no hay ninguna solución.
Él muy sorprendido por la noticia se quedo asombrado y le comento que, que podía hacer por ella y cual era su último deseo.
Adela lo tenía muy claro, quería una madre para Sara, no quería que le faltara de nada. Pero puso una condición, debía ser la moto más veloz y brillante que existiera.
Pelayo sin pensárselo dos veces acepto. Y le dijo que así sería.
Paso el tiempo y Adela murió. La familia estaba muy triste y no levantaba cabeza. Pelayo se iba haciendo muy mayor, cada vez más… pero no quería conocer a otra mujer.
Con el tiempo fue intentando fijarse en otras motos con las características que Adela le había puesto. Era algo muy difícil pues no había mujer más bella que ella.
Sara, creía que el mayor problema era ella, puesto que su padre no encontraba una mujer con esas características porque no iba a haber una madre mejor que la suya y con esas decidió marcharse. Ella pensaba que así su padre podría rehacer su vida y tener a alguien a su lado hasta sus últimos días de vida. Cogió una bandera muy signifiativa para ella (fue un regalo de la madre al morir que siempre llevaba encima) y
emprendió su camino por las carreteras sin saber a donde iba. Después de muchas horas conduciendo ya estaba muy cansada, las ruedas estaban muy desinfladas y no le quedaba gasolina, por lo tanto decidió parar en una gasolinera para descansar y coger fuerzas.
Paso allí la noche en un hotel de carretera cerquita de la gasolinera, a la mañana siguiente recargo sus pilas para seguir con su viaje sin destino.
Ella disfrutaba mucho en las carreteras pues era una mujer muy veloz y brillante como su madre.
Fueron pasando los día y el brillo lo fue perdiendo, y estaba muy desanimada, pues echaba de menos a su padre y no tenía donde vivir, ni conocía a nadie por esos mundos.
En una curva muy pronunciada derepente: “PLOOFFF” se salió de la carretera y pincho una rueda. Se había echo mucho daño y no había nadie a su alrededor.
Pasaron los días y seguía viéndose sola, no sabía como pedir ayuda y comenzó a llorar.
En ese momento escucho una voz muy grave que la preguntaba: ¿Necesitas ayuda?
Ella muy nerviosa y asustada le dijo que sí. El caballero decidió cogerla en brazos y llevársela a su casa, un garaje viejo y pequeño.
Allí el la dio alojamiento y comida hasta su recuperación, aunque esta cada vez se hacia más larga. Ese hombre era un mayordomo de un niño llamado Rafael. El mayordomo, una tarde larga y tranquila, le contó a Sara la historia de esa familia. Pues resultaba que era una familia rica que vivió muchos años en un castillo viejo que había pasado de generación en generación. El rey de la casa, era un niño llamado Rafael, el cual tuvo la mala suerte de quedarse huérfano. Era un niño que le encantaba la soledad y no quería casarse. El mayordomo cuidaba de él. Rafael no quería desprenderse de aquel castillo viejo pues le recordaba a sus padres y le tenía mucho cariño. Sara muy sorprendida siguió escuchando la historia que le estaba contando el mayordomo pues era súper interesante.
Por último le contó a Sara cual fueron las últimas palabras que sus padre le dedicaron a Rafael. El último deseo de los padres fue el siguiente: querían que formara una familia con una chica valiente y hermosa. Para que no se perdiera la tradición de su familia y poder verle feliz, pero Rafael no quería casarse, deseaba estar solo el resto de su vida.
Con el tiempo, Sara se recuperó y debía emprender su viaje.
El mayordomo, era un hombre muy listo y muy mayor. No quería que Sara se marchara e intento curarla lo más lentamente posible. Su deseo era casarla con Rafael pues pensaba que era la pareja perfecta.
Un día de invierno, muy frío y tenebroso, Sara se puso muy malita y Rafael se la encontró tirada en el suelo temblando, al ver tal cosa, la cogió y se la llevo a su enorme habitación para que descansara y tomara una sopa caliente.
Ese día a Sara le dio un vuelco el corazón y se dio cuenta que aquel hombre, era el hombre de su vida y su misión era conquistarle.
Intento llamar su atención de todas las maneras posibles, pero no conseguía su objetivo.
El mayordomo intentó ayudarla pues el quería que se casaran y fueran felices, pero todo estaba resultando ser muy difícil.
No hacía más que darle vueltas a su cabecita loca para ver la manera más bonita y original de conquistarla.
Cuando de repente: ¡¡¡¡¡¡¡Zas!!!!!! Ya lo tenía, todas las noches Sara debía dejarle una pieza muy valiosa de su moto debajo de la almohada, esas piezas no le hacían ningún mal pero sin ellas no podía arrancar y emprender su camino buscando un lugar mejor.
Él, sabía que debía devolver esas piezas a la persona que se las había dejado debajo de la almohada porque sino nunca más podría volver a moverse dicha moto y también tenía mucha intriga de saber quien había sido.
Así se recorrió todo el pueblo en busca del puzzle donde encajara esa pieza.
Ella siguió dejándole día tras día piezas…hasta que un buen día, apareció justo en el momento que ella disimuladamente depositaba la pieza debajo de la cama.
Ese día Sara, se puso colorada como nunca jamás lo había hecho. Estaba muy nerviosa y le temblaba la voz.
Él muy firme y serio la miró fijamente y le dijo: es lo más bonito que han hecho por mí en mi vida, eres hermosa e inteligente.
Él siempre estuvo muy intrigado por saber el pasado de Sara y preguntarla por esa bandera que nunka se separaba de ella ni soltaba de sus manos. Así aprovechó el momento y se lo preguntó. Sara se lo estuvo contando horas y horas sin parar de hablar, perdió la noción del tiempo. Cuando en ese mismo instante volvió a ser lo que era una moto hermosa, brillante… Su cuerpo se había transformado y había vuelto a ser la misma de siempre.
Él quiso casarse con ella, organizándole la boda más hermosa que podemos imaginar, siendo las motos más bonitas y felices del mundo.


1 comentario: